miércoles, 24 de diciembre de 2008

¿Y tú que le vas a regalar a Jesús en su cumpleaños?

Cada vez que se acercan estas fechas, empiezas a prepararte, engalanas la casa, llenas de luces el árbol, compras regalos para todos, en especial para los más pequeños y te preparas para festejar con tus personas más queridas.
Pero en realidad ¿tienes conciencia de que se festeja en este día? ¿Realmente recuerdas que estamos festejando un cumpleaños?
Así es, ¡esta fiesta es un cumpleaños!
Se festeja el nacimiento de Jesús en la tierra. Festejamos el día que deja su divinidad por un instante (un instante suyo) y se baja a nuestro nivel de humanos.
Es una ¡FIESTA!
Así que festeja al cumpleañero, centra tus celebraciones en Él. Prepara todo, en torno a Él. Y además… prepara su regalo. Mmmm? ¿No habías pensado en eso? ¿Cómo?

Claro, por que a la hora de dar regalos a las personas más queridas en su cumpleaños seguro te preocupas de todos los detalles. Piensas: ¿Qué le gustaría? ¿Lo usaría? ¿Le serviría? ¿Qué es lo que más quiere? Seguro piensas horas y horas en ese regalo tan especial le darás. Es muy querid@ para ti… obvio no le puedes regalar cualquier cosa.

Y entonces? ¿Qué le vas a regalar a Jesús esta Navidad? De seguro ya lo pensaste horas y horas. ¿Qué le gustaría? ¿Qué querría? ¿Qué usaría? ¿No sabes?

Te voy a compartir un mensaje que me envío la semana pasada refiriéndose a su regalo. (Ah! si por que Él me manda mensajes bastante seguido... y seguro a ti también)


Bueno, como ya hay paz en la tierra (para esos que saben como buscarla) cómo ya hay buena voluntad para todos (la mía y tuya para empezar) y como ya estás en el mundo (me tomo un rato mandarte) que te parece si pido:
  • Que hablemos un poco más seguido,
  • que te recargues en mi un poco más,
  • que esperes un poco más de milagros y
  • que nunca te detengas a mirar atrás.
¿Te parece pedir mucho?
De todos modos… estoy aquí para ti.
¿Ya tienes alguna idea?
Piénsale un rato… Él no pide mucho.
Solo pide que lo tengas en cuenta en tu vida hoy y siempre.

Te deseo una Feliz Navidad
llena de Magia y Amor de Dios.

lunes, 15 de diciembre de 2008

La elegancia cristiana de una muerte (Testimonio de Fe)


Presentamos el testimonio escrito por la religiosa Laura Linares, rcscj, quien nos cuenta la experiencia vivida en su familia ante la muerte de su hermana pequeña. Es un testimonio bellísimo de lo que la fe puede hacer cuando está enraizada en la propia vida.
Mi hermana Silvia era la menor de mi familia que consta de cinco hermanas y dos hermanos. Era alegre, de buen gusto, sensible, sencilla, noble y le gustaba mucho cantar y tocar. Estudió Diseño Gráfico. Tenía 34 años de edad y estaba casada con Ricardo, abogado, con el que tenía 2 hijos: Ximena de 5 años y Paulo de 2 años.

En octubre del año pasado, tuvo unas hemorragias. Le hicieron estudios y el resultado fue un tumor canceroso. Ella me dijo: «yo ya le dije a Jesús que cuenta con mi sí incondicional como el de María».

Vinieron las sesiones de quimios y radios por tres meses. Para marzo del 2008, los doctores dijeron que ya estaba bien, que no había cáncer en su cuerpo y nos alegramos mucho. Pero a principios de mayo tuvo un dolor en la pierna, y le encontraron otro tumor canceroso. Vinieron nuevas sesiones de quimios y radios muy fuertes.

Otro día, estaba yo en el Messenger y ella se conectó y pude verla con la cámara. Me contó que hacía unos días empezó a sentir comezón en la cabeza y que al tocarse el cabello se le caía como "pelusita". Entonces les dijo a todos que fueran a ayudarle a que se le cayera todo y me dijo: «¿Quieres verme pelona? Pues mírame, ¿verdad que estoy bonita? jajaja». Luego se sacó una foto pelona y me la mandó.

Todo esto ella lo vivía de manera tan natural como si no le pasara nada y como jugando. Bromeaba de todo, hacía que en lo más dramático termináramos riéndonos. Pero en este tiempo ya sólo se mantenía con morfina pues los dolores eran muy fuertes que la hacían temblar como si tuviera párkinson.

Cuando en agosto de este año supo que estaba invadida de cáncer y que ya no le harían nada me dijo: «Te encargo a mis hijos, cuando sean grandes háblales de Dios... como cuando yo era chica y me enseñaste a conocer a Dios. Yo le pido a Dios que les regale a los dos vocación, que si me toma a mí, él los tome a ellos, que no se aparten de Dios».

Me decía: «Esta enfermedad ha sido ocasión para percatarme de tanto amor que me ha rodeado [...] Fíjate que cuando oro, no me atrevo a pedirle que me cure, porque sería como pedirle que me quite la cruz y yo le dije que contaba conmigo. [...] Yo creo que Dios necesitaba muchas oraciones y me tomó a mí de pretexto, para que muchos rezaran. Agradéceles a tus monjitas tantas oraciones, no las merezco».

Pero también pasaba sus momentos de oscuridad, como cuando me comentó: «A veces me da miedo de que no sea cierto (la otra vida). A veces tengo miedo. A veces experimento que Dios me abandona». A mi hermano Luis le dijo: «tengo miedo de no estar preparada para estar ante Dios».

A mediados de septiembre de este año me platicó que estaba organizando una fiesta y que era una idea suya. Llamó a todos mis primos y les pidió que fueran a una noche mexicana pero en la tarde y que no llevaran a sus niños para que pudieran platicar a gusto. Así, el 13 de septiembre insistió en que la llevaran a la sala de la casa. Se vistió de "mexicana": con su trenza postiza, collares y rebozo para así estar con todos.

Dicen que de sorpresa Ricardo, su esposo, le llevó unos mariachis y que ella se puso feliz, no podía creerlo: ¡lo disfrutó tanto! Luego cada uno fue presentándose y diciendo a que se dedicaba al presente. Grabaron con video la fiesta y ella al final les dijo:

«Les quiero dar las gracias a todos, de verdad los quiero mucho... y pues ya todos saben que tengo una enfermedad terminal, y que se haga la voluntad de Dios. Quiero invitarlos a decirle siempre que sí a Dios en sus vidas, porque es lo más maravilloso que puede existir, cuando tú le das un SI a Jesús, un Sí desinteresado, un Sí lleno de amor.

Entonces, Él se manifiesta y te llena y llega un momento en que tú eres vacío, eres nada y dejas que todo sea Dios para ti, dejas que sea Dios que obre en ti.

Estuvimos pidiendo el milagro, pero ante todo yo les digo que milagro es, no sólo que te de la salud, sino también, es milagro que puedas llegar con Él frente a frente, cara a cara, y poderle decir: CUMPLÍ TU VOLUNTAD HASTA EL ULTIMO MOMENTO».

El domingo 28 de septiembre se puso muy malita. Al día siguiente fue el P. Giovanni a ponerle la unción de los enfermos y comenzaron a rezar el rosario y en el primer padre nuestro dejó de respirar. Al morir, su esposo se le acercó, la abrazó y le dijo: «Felicidades chiquita, felicidades lo has hecho muy bien, fuiste muy valiente».

Mi hermana dejó dicho que no quería que se vistieran de negro para su funeral ya que sería el día más feliz de su vida, ella iba a ir a las bodas, al banquete. Así lo hicieron todos. También les pidió que la incineraran para poder estar en una Iglesia y para que cuando la fueran a visitar fueran también a visitar a Dios.

Todo el año fuimos llorando y sufriendo paso a paso cada susto que nos daba y sin embargo ella lo platicaba con tanta naturalidad. Al final ella se fue y sin duda nos dejó de regalo el gozo íntimo de su testimonio fiel a Dios pues supo darle el primer lugar a El. Él se lo pidió todo y ella fue valiente y generosa, se lo dio con la sonrisa en los labios. En poco tiempo corrió hacia Cristo, le dijo sí, se desposó con El, compartió su cruz, se desprendió de todo, nos expresó su amor, se despidió y se nos adelantó con Dios.

Vivió su enfermedad y muerte con elegancia cristiana.

martes, 2 de diciembre de 2008

¿Dónde mira Dios cuando la vida me duele?

Cuando la vida me duele, cuando las tormentas me persiguen, cuando volteo y descubro que estoy sólo@.

Cuándo siento que si me muero nadie no lo nota y más me duele la presencia de los otros que me “acompañan” sin en realidad acompañar, por que me hacen sentir más sol@. Por que no hay peor soledad, que la soledad acompañada.

Cuándo estoy postrad@ ante mi cruz diciendo, sintiendo, sufriendo: Señor, ya no puedo más, te has olvidado de mí. Nadie me mira, nadie me entiende, ya no existo. ¿Por que Me has abandonado?

¿Donde está Dios?


Dios está conmigo.

Siempre está conmigo.En este momento de dolor es tan intenso lo que estoy sintiendo en mi humanidad, que me entume, que distrae mi conciencia de su presencia. Pero ÉL siempre está aquí, inamovible, amoroso, vigilante, omnipresente, siempre conmigo.


Esta esperando que abra los ojos y le mire de frente y respire y sienta y diga, aah! Aquí estás, y yo te buscaba en todas partes y estabas frente a mi.


Yo creo que cuando Dios nos despoja de todo, es para recordarnos que solo ÉL basta. Que en realidad solo lo necesitamos a ÉL.

Este es el verdadero momento para mostrarle mi fe.


En sus silencios, en sus momentos de quietud, en los momentos cuando mis sentidos me engañan y me llevan a pensar que ÉL se ha marchado. Ahí es donde en realidad mi confianza en ÉL se pone a prueba.


Te amo señor y te pido que me mantengas en mi fe. Que me des fortaleza en tus silencios, que me des certeza en lo profundo de mi corazón de tu amor.


Te sugiero que medites en este pasaje de la biblia que me recuerda a mi misma en mis momentos de desesperanza y dolor.

Mt 8,23-27: JESÚS CALMA EL TEMPORAL

¡VTR!


lunes, 3 de noviembre de 2008

Las Pérdidas son Inevitables


A lo largo de nuestras vidas las pérdidas constituyen un fenómeno mucho más amplio y para bien o para mal, universal.

Perdemos, no sólo a través de la muerte sino también siendo abandonados, cambiando, siguiendo adelante.

Nuestras pérdidas incluyen también las renuncias conscientes e inconscientes de nuestros sueños románticos, la cancelación de nuestras esperanzas irrealizables, nuestras ilusiones de libertad, de poder y de seguridad, así como la pérdida de nuestra juventud, aquella irreverente individualidad que se creía para siempre ajena a las arrugas, invulnerable e inmortal.

Pérdidas que al decir de Judith Viorst nos acompañan toda una vida, pérdidas necesarias, pérdidas que aparecerán cuando nos enfrentemos no sólo con la muerte de alguien querido, no sólo con un revés material, no sólo con las partes de nosotros mismos que desaparecieron, sino con hechos ineludibles como...

- Que nuestra madre va a dejarnos y nosotros vamos a dejarla a ella;
- Que el amor de nuestros padres nunca será exclusivamente para nosotros;
- Que aquello que nos hiere no siempre puede ser remediado con besos;
- Que, esencialmente, estamos aquí solos;
- Que tendremos que aceptar el amor mezclado con el odio y lo bueno con lo malo;
- Que algunas de nuestras elecciones están limitadas por nuestra anatomía;
- Que existen defectos y conflictos en todas las relaciones humanas;
- Que nuestra condición en este mundo es implacablemente pasajera;
- Que no importa cuán listos seamos, a veces nos toca perder;
- y que somos tremendamente incapaces de ofrecer a nuestros seres queridos o a nosotros mismos la protección necesaria contra el peligro, contra el dolor, contra el tiempo perdido, contra la vejez y contra la muerte.

Estas pérdidas forman parte de nuestra vida, son constantes universales e insoslayables.
Y son pérdidas necesarias porque crecemos a través de ellas. De hecho, somos quienes somos gracias a todo lo perdido y a cómo nos hemos conducido frente a estas pérdidas.

Este camino, el de las lágrimas, enseña a aceptar el vínculo vital que existe entre las pérdidas y las adquisiciones. Este camino señala que debemos renunciar a lo que ya no está y que eso es madurar.


Hay que aprender a recorrer este camino, que es el camino de las pérdidas.
Hay que aprender a sanar estas heridas que se producen cuando algo cambia,cuando el otro parte, cuando la situación se acaba, cuando ya no tengo aquello que tenía o creía que tenía o cuando me doy cuenta de que nunca lo tendré lo que esperaba tener algún día (y ni siquiera es importante si verdaderamente lo tuve o no).

"Extracto del Libro El Camino de las lágrimas de Jorge Bucay"

¿Quién tiene la culpa de lo que me pasa?


Me siento cansad@, fastidiad@, no tengo ganas de nada, de pronto lloro, me pongo furios@ contra la vida, contra el mundo.

¿De verdad nadie entiende lo que me pasa?

Sentimientos como los expresados en el párrafo anterior son comunes.
Mucha más gente de lo que crees los siente.

Solo es cosa de ser honesto contigo mism@, tocarte el corazón y reconocer con sinceridad que te has sentido de esta manera algún día.

Anda, acéptalo y analiza de que manera te afectan estos sentimientos,

Pero además haz conciencia:
- ¿realmente el prójimo es el responsable de estos mis sentimientos?

Es común justificar lo que te pasa culpando a los demás.
Es difícil reconocer que la responsabilidad esta en ti.
Pero finalmente cuando lo reconoces, el poder regresa a tus manos y puedes decidir cambiar estos sentimientos por otros.

Culpar a los otros por tus molestias es grave, pero culpar a las personas con quienes convives y compartes tu vida íntima, sentimental y/o familiar, es causa de malestares y desdichas.

¡Como si la intención del otro fuese la de hacerte daño!
Y si así fuera...
¡como si no tuvieras la capacidad de no permitir que los demás afecten tu vida!

¡Toma el control de tu vida y tus sentimientos!
Cuando sientas que nadie te entiende, que no te quieren o cualquier otro sentimiento fatalista que te acoja... recuerda.

FINALMENTE... SIEMPRE TE TIENES A TI MISM@

martes, 14 de octubre de 2008

El cristianismo no es un moralismo/ Rosanna Brichetti Messori

Se corre el riesgo de que ciertas normas, sacadas del Evangelio y propuestas por la Iglesia, sean vivida por costumbre, por tradición, por adecuación a la costumbre dominante. Pero es necesaria una adhesión sincera y profunda.
El cristianismo es el encuentro con Alguien que da sentido a todo lo vivido.
Creo que siempre hay un peligro al acecho cuando se habla de ética, es decir de aquel conjunto de normas destinadas a regular la vida de los hombres en la relación consigo mismo, con los demás, con la sociedad en general.
Peligro que existe ya por las leyes establecidas por el derecho del Estado, leyes que por su misma naturaleza, golpean los comportamientos externos pero no se proponen alcanzar aquel nivel más profundo que concierne a la conciencia de cada uno. Y cuando intentan hacerlo, se convierten en más peligrosas por que se arriesgan a dar vida al Estado Ética -sustituto de Dios- que a menudo coincide con el estado de Policía y que termina inevitablemente por limitar la libertad de los individuos, obteniendo a menudo los efectos contrarios a aquellos que se proponía. Baste como ejemplo el régimen jacobino nacido de la revolución francesa que quería instaurar una nueva moralidad hecha de la liberté, égalité, fraternité que cambió las promesas en un inenarrable terror. Pero, incluso antes, la Ginebra de Calvino, que el famoso reformador intentó transformar en una ciudad en la que el pecado venía considerado un reato.
Es diverso, en cambio, el caso de las normas morales que nacen de un credo religioso. Éstas no tienen alguna forma de control externo, al menos en ámbito cristiano, donde Estado e Iglesia son autónomos unos de otros. Pero estas buscan alcanzar y comprometer a aquellos a los que van dirigidas desde lo más profundo de la conciencia, porque se proponen como meta no sólo el respeto externo de las leyes, cuando una adhesión interior plena y sincera. Y si no existen policías que controlan y tribunales que punen como para las leyes estatales, sin embargo existe un eficaz reenvío la Juicio divino, misericordioso, pero al mismo tiempo justo que, Él sí que conoce y escruta en lo profundo del corazón de cada uno.
"Habéis entendido que se os fue dicho: No cometas adulterio; pero yo os digo: cualquiera que mira a una mujer con deseo ya ha cometido adulterio con ella en su corazón" (Mt 5, 27-28). El Evangelio es clarísimo en este pasaje, pero también en otros muchos puntos, sobre todo cuando Jesús la toma con los fariseos -sepulcros blanqueados- reos de observar con gran atención la forma de la Ley hasta los más mínimos detalles que han perdido a menudo y voluntariamente el espíritu.
Deberíamos tener las ideas claras: pero quién sabe si es verdad. Quién sabe si también hoy no arriesgamos, más a menudo de lo que creemos y quizás sin tener plena conciencia, a caer en otro peligro, el de transformar el cristianismo en un moralismo. Esto, de hecho, puede tener lugar cada vez que vivimos por costumbre, por tradición, por adecuación a la costumbre dominante en un determinado ambiente aquellas normas que la Iglesia, haciendo caso al Evangelio, nos propone como reglas de vida, haciéndolo con un respeto formal y no con una verdadera participación interior, con una adhesión sincera y profunda. En este caso, no actuamos para seguir de verdad ese camino que es al mismo tiempo verdad y vida y que Jesús nos ha enseñado - y que es él mismo, su persona eternamente viviente y operante, sino que miramos a la fe, sobre todo como a un sistema de normas eclesiales a menudo percibidas como un peso que hay que respetar con cansancio si no es con fastidio.
Esta actitud no es justa, no sólo porque moral y fe o se entrelazan estrechamente entre ellas sosteniéndose mutuamente o no son. Pro también porque un cristianismo transformado en moralismo es un tipo de jaula ideológica que encierra y limita profundamente al ser humano, restringiéndolo en un horizonte sofocante. Jesús, su Evangelio, el ofrecimiento de sí mismo sobre la cruz, la redención realizada por él y testimoniada por su resurrección, quedan sobre un fondo lejano e inoperante. Justo como sucedía a aquellos fariseos en Palestina que, escrupulosos observadores de la Ley, pero poco abiertos al Dios vivo, no sabían reconocer al Mesías.
Así puede suceder, tal y como demuestran a menudo los conversos, San Agustín a la cabeza, que sepa "descubrir" de verdad a Jesús no al observante templado o sin gancho de un sistema de normas morales sino al pecador arrepentido. Aquel que perdiendo toda brújula, ha tocado el fondo de desesperación y de angustia en la cual se ha despertado la necesidad la Dios. Aquel abismo del que ha nacido un grito de invocación, una necesidad auténtica de redención. Aquella experiencia de la que nace una auténtica conversión.
Estas palabras no quieren ser evidentemente una invitación a transgredir, sino a entender el problema. Y, quizás, a profundizarlo nos ayude la situación, no fácil, que vive hoy el cristianismo en el interior de una sociedad como la occidental, que progresivamente se está alejando de la moral evangélica que durante siglos hay sido observada por la mayoría, al menos formalmente. No creo, de hecho, que de verdad se pueda resistir a la "nueva ética" laica que propone divorcios, abortos, eutanasia y otras muchas cosas sin tener las ideas claras y el corazón firme y caliente al mismo tiempo. Se podía hacer en épocas de cristiandad en que los valores cristianos se condividían, aunque quizás o se amaran. Pero no hoy.
Así, hacemos bien en luchar por que estos valores permanezcan en el interior de las leyes del Estado, por que es cierto que legalizar aquello que según la óptica cristiana es un mal ayuda a legalizarlo. También hacemos bien en empujar la reflexión y la búsqueda sobre estos temas éticos enganchándolos al derecho natural, con el fin de encontrar un terreno de entendimiento con quien no se cristiano o incluso no sea ni creyente. Todo esto puede ayudar a las personas de buena voluntad a ver más claro.
Pero creo que sobre todo esto no puede ni debe hacernos olvidar lo que siempre se ha considerado importante en la Tradición de la Iglesia: o la moral se engancha de manera estrecha a la fe o termina antes o después por convertirse en moralismo. Y esto por que para quien cree las normas de comportamiento no nacen sólo de una reflexión racional sobre el hombre, sino también de aquél "añadido" constituido por la Revelación. Es esta última la que iluminándonos sobre el misterio de Dios y sobre el destino del hombre, nos ayuda a entender de verdad por qué se persigue un ideal tan alto como la santidad. Pero también por que es sólo una fe viva, alimentada por la Escritura, por el Magisterio, por los sacramentos que nos dan la fuerza para ir contra corriente cuando es necesario. Que nos sostiene en los momentos difíciles en los que somos tentados para abandonar y adecuarnos. Aquellos momentos en los que la propuesta cristiana, católica en particular, nos parece demasiado exigente y nos parecería "razonable" ser más "humanos", tal y como nos sugieren tantas sirenas.
Pero no. Nosotros esperamos con vigor que Dios, como ha prometido, nos ayude a ser de verdad coherentes con el Evangelio, que el Espíritu nos sostenga, nos ilumine, nos purifique, nos transforme cada vez más para que nuestra fe se convierta cada día en más profunda y consciente. Entonces nuestra vida no será el fruto de moralismo respetable, sino un verdadero y auténtico intento de rendir un testimonio de amor a la Trinidad Santa que nos ha amado antes y desea por encima de toda otra cosa unirnos a Ella.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Te Amo Totalmente


Te amo,

Parece una locura, pero es una realidad.

Te amo tanto, que estoy comprendiendo el sentido de la importancia de tu libertad y de la mía.

Te amo tanto, que eres imprescindible en mi vida y a la vez no.

Te amo tanto que si quieres permanecer a mi lado eres libre, y si quieres continuar tu camino, también lo eres.

Te amo tanto, que quiero estar cerca de ti, pero si no lo estas, también esta bien.

Amo tu sonrisa cuando estás feliz, amo tus lagrimas cuando estas triste.

Amo tu enojo y amo tu calma.

Amo tu cara, tu edad, tu tiempo, tu distancia, tu cercanía.

Quiero verte crecer, quiero que seas Libre, que seas Feliz, que seas lo que quieras.

Quiero que Seas.

Es terrible.

Es maravilloso.

Es un sueño.

¿Parece loco? ¡No! es que te amo en su totalidad.

¿Quién eres tú para no serlo?


"Nuestro más profundo temor no es el de ser inadecuados.
Nuestro más profundo temor es el de ser poderosos más allá de toda medida.
Es nuestra luz la que más nos asusta, no nuestra oscuridad.
Nos preguntamos a nosotros mismos:
¿Quién soy yo para ser brillante, extraordinariamente talentoso, magnífico?
Y en realidad:
¿Quién eres tú para no serlo?"


Nelson Mandela

Viviendo en el Presente


El estrés es causado principalmente por estar aquí en el presente, pero deseando estar en el futuro o el pasado.

La consecuencia natural de pretender "estar" en otro tiempo cuando se existe en el presente, es una tensión interna que sentimos intenta partirnos en dos. Energéticamente proyectamos nuestra energía hacía otro tiempo, cuando la necesitamos "aquí y ahora" para vivir nuestra vida plenamente.


Soltar el Pasado

Refiérete al pasado solo si es absolutamente relevante a tu presente. Siente el poder del momento presente al experimentar la totalidad de tu Ser. Siente TU presencia.

Y hablando del futuro y eso que llamamos preocuparse...

¿Puedes realmente pre-ocuparte?

Contrario a lo que pudieras pensar no puedes.

Una vez llegado el momento puedes ocuparte, pero ocuparte antes de tiempo, simplemente es imposible.


Y en cuanto a las frases que comienzan: "Si hubiera...", hubiera es la conjugación verbal más inútil de nuestro lenguaje. En ese caso está usted usando su mente para proyectarse a un futuro imaginario que no tiene manera de saber si alguna vez experimentará. Y por supuesto no hay manera de afrontar esa situación porque simplemente ¡No Existe!, no es más que una creación mental. Es muy parecida, en sus efectos, a "pre-ocuparse", solo que esta vez la conexión está en el pasado.

Las personas que incurren en estas prácticas por lo general tienden a desarrollar y arrastrar sentimientos de culpa por el pasado, y de miedo, angustia y ansiedad por el futuro.

Y, ¿Cuál crees que es el resultado?.

Como consecuencia dejan pasar el momento presente, por no estar conectados con el aquí y ahora.

Lamentablemente una vida entera puede transcurrir de esa manera, y afortunadamente también hay maneras muy sencillas de superar ese estado.
Una de las técnicas más sencillas para conectarnos con el presente se basa en tomar conciencia de nuestra respiración. De sentir como el aire entra y sale de nuestros pulmones, naturalmente, sin interferir con su flujo, como testigos silenciosos de ese proceso. Sentir como ese aliento energiza todo nuestro Ser. Pregúntese a si mismo ¿Qué problema existe aquí y ahora, en este mismo instante?, no el año próximo, o mañana, ni siquiera en los próximos cinco minutos. ¿Hay algo que no funcione en este instante? Luego de tomar conciencia de nuestra respiración y conectarnos con el presente, podemos sorprendernos al sentirnos extrañados ante las anteriores preguntas, pues naturalmente fluirá un no como respuesta. Al reconocer esto, automáticamente reconocemos también, que ni siquiera tenemos que pensar en ocuparnos mas que del presente, y comenzamos a vivir concientemente cada instante de nuestra existencia. A partir de ese momento las respuestas, la fortaleza, las acciones, los recursos, etc. estarán allí en el momento justo en que los necesitemos, no antes ni después, pero en el instante preciso en que formen parte de nuestro presente.

Si te agrada lo expuesto anteriormente esa vida puede ser tuya en ESTE mismo instante, solo tienes que dejar de esperar por ella.

Esperar es un estado mental, que refleja que quieres el futuro, y no el presente, que no quiere slo que tienes, pero si lo que no tienes; rechazas lo que has creado, y deseas lo que aún no alcanzas. Este estado mental de espera, inconscientemente creas conflictos internos entre su aquí y ahora donde no quiere estar, y el futuro que ha imaginado y proyectado en su mente que es donde quiere estar. Esto influye adversamente en su calidad de vida, pues como resultado dejas escapar el presente, que es el único instante en el que puede hacer realidad sus sueños.

La próxima vez que te sorprendas a ti mismo en un estado mental de espera, toma conciencia de tu respiración, y conéctate nuevamente con el presente.

Permítete ser y DISFRUTA SIENDO. Si estás en el presente, no tendrás necesidad de esperar por nada.


El Poder del Ahora

El poder de obrar, de crear, y de hacer realidad nuestros sueños se encuentra en el momento presente. En la medida que nos conectamos conscientemente y permanecemos en el presente, nos conectamos con ese poder, desde el cual podemos manifestar la más maravillosa realidad que seamos capaces de imaginar.
Toma consciencia de tus pensamientos, sentimientos, palabras, y acciones, de sus reacciones, de sus humores y deseos a medida que ocurren en el presente.
Conviértete en un observador silencioso de ti mismo, obsérvate sin emitir juicio alguno, pero aceptándote tal como es.

Mientras más atención le prestes al presente, más lo energizas, y más fácil es permanecer conectado y viviendo en el momento presente, empleando el poder del ahora para expresar la plenitud de tu ser.