lunes, 3 de noviembre de 2008

Las Pérdidas son Inevitables


A lo largo de nuestras vidas las pérdidas constituyen un fenómeno mucho más amplio y para bien o para mal, universal.

Perdemos, no sólo a través de la muerte sino también siendo abandonados, cambiando, siguiendo adelante.

Nuestras pérdidas incluyen también las renuncias conscientes e inconscientes de nuestros sueños románticos, la cancelación de nuestras esperanzas irrealizables, nuestras ilusiones de libertad, de poder y de seguridad, así como la pérdida de nuestra juventud, aquella irreverente individualidad que se creía para siempre ajena a las arrugas, invulnerable e inmortal.

Pérdidas que al decir de Judith Viorst nos acompañan toda una vida, pérdidas necesarias, pérdidas que aparecerán cuando nos enfrentemos no sólo con la muerte de alguien querido, no sólo con un revés material, no sólo con las partes de nosotros mismos que desaparecieron, sino con hechos ineludibles como...

- Que nuestra madre va a dejarnos y nosotros vamos a dejarla a ella;
- Que el amor de nuestros padres nunca será exclusivamente para nosotros;
- Que aquello que nos hiere no siempre puede ser remediado con besos;
- Que, esencialmente, estamos aquí solos;
- Que tendremos que aceptar el amor mezclado con el odio y lo bueno con lo malo;
- Que algunas de nuestras elecciones están limitadas por nuestra anatomía;
- Que existen defectos y conflictos en todas las relaciones humanas;
- Que nuestra condición en este mundo es implacablemente pasajera;
- Que no importa cuán listos seamos, a veces nos toca perder;
- y que somos tremendamente incapaces de ofrecer a nuestros seres queridos o a nosotros mismos la protección necesaria contra el peligro, contra el dolor, contra el tiempo perdido, contra la vejez y contra la muerte.

Estas pérdidas forman parte de nuestra vida, son constantes universales e insoslayables.
Y son pérdidas necesarias porque crecemos a través de ellas. De hecho, somos quienes somos gracias a todo lo perdido y a cómo nos hemos conducido frente a estas pérdidas.

Este camino, el de las lágrimas, enseña a aceptar el vínculo vital que existe entre las pérdidas y las adquisiciones. Este camino señala que debemos renunciar a lo que ya no está y que eso es madurar.


Hay que aprender a recorrer este camino, que es el camino de las pérdidas.
Hay que aprender a sanar estas heridas que se producen cuando algo cambia,cuando el otro parte, cuando la situación se acaba, cuando ya no tengo aquello que tenía o creía que tenía o cuando me doy cuenta de que nunca lo tendré lo que esperaba tener algún día (y ni siquiera es importante si verdaderamente lo tuve o no).

"Extracto del Libro El Camino de las lágrimas de Jorge Bucay"

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